25.1.05

desayunaremos juntos...

Pasado mañana, jueves, habrá que levantarse temprano: Sarah quiere que desayunemos juntos antes de irse... necesita hablar con alguien en un día tan importante.

¿Y que día es ese?, el día de su primera entrevista de trabajo en Sevilla!

Pinta bien... una empresa alemana que se dedica a organizar convenciones, celebraciones y eventos en la ciudad con clientes extranjeros necesita personal... y la persona de contacto es otra danesa que ya trabaja ahí desde hace tres años. Una chica que Sarah ya conoció cuándo estaba aquí de Erasmus.

Día importante, el jueves 27. No sólo para ella, sino para los dos.

Un año

Mañana, su equipo y el mío se la juegan en el estadio da Luz contra su rival capitalino. Benfica-Sporting buscando un puesto en los cuartos de final de la Copa de Portugal... me gustaría estar ahí.
Ganad, aguilas. Hacedlo por él.

Nombres anaranjados.

Una de las cosas que hace especial a Fabián son sus detalles. Esos detalles que le hace único.
Así os contaré la historia de las puertas de los baños de Naranja. Resulta que en vez de poner el socorrido "hombres/mujeres", "señoras/caballeros" o "ellos/ellas", una vez más, Fabián ha sido original.
De este modo, en el servicio de caballeros, la puerta se ve adornada con un listado de nombres masculinos: todos los hombres que han significado algo en su vida. Igualmente ocurre en el servicio de ellas.
Y claro... cuándo uno se considera amigo de alguien así, lo primero que hace es buscarse entre tanta gente...
Resulta gratificante encontrarse.


Naranja.

Anoche, a eso de las 10, me sorprendía ver a Fabián en el messenger:
-"Illo, cerrados?"-
-"cerradííísimos... no te puedes imaginar lo que hemos trabajado este fin de semana, nos hemos quedado sin existencias...!!"-


La conversación tenía su explicación: ya lo cuenta él en el último post de su blog, Naranja es su nuevo sueño, y ya es realidad... me sorprendía que no estuviera trabajando aquel domingo noche.
Fabián ha abierto un nuevo restaurante. Naranja, su nombre y su concepto. Cocina creativa, mezcla de sabores, ambiente distinto. Europa, fusión...
Desde la inauguración, el pasado día 13, han pasado 11 días. Y realmente, sólo 9 desde que Naranja abrió sus puertas como restaurante propiamente. Parece que el éxito ya es una realidad, y me alegro por él... los detalles acerca de la venta en dos días y medio de este fin de semana así lo atestiguan.
Naranja es, en Sevilla, diferente. Diferente por su cocina, esa que nos propone Yael mezclando especias, texturas, ingredientes... vale la pena probar esas bolitas de queso al yogourt, la tosta vegetal, la ternera a la salsa de castaña... Y tantas cosas que aún me quedan por descubrir.
Diferente por el lugar, por su decoración minimalista, de ese diseño barcelonés inspirador. Resulta difícil no pasar por Relator y no pararse a mirar por esos enormes ventanales... un interior que invita a entrar desde una calle del corazón de la Alameda.
Pero Naranja es, ante todo, un concepto. Una manera de disfrutar de un almuerzo o una cena de forma distinta.
Mucha suerte al nuevo proyecto. Seremos asiduos.

21.1.05

tradiciones inventadas.

Con el paso de los años, a veces es difícil mantener el contacto con gente con la que se tenía un trato diario... es una pena, pero es así.
A mí me pasa con los compañeros de la facultad. Todos (o casi, y no sólo lo digo por mí) terminaron ya sus estudios y hace algunos años que empezaron a trabajar.
Algunos incluso están relativamente lejos... Felix trabaja en Cabra, Julio en Morón, Ico sigue en Lora, Jose Antonio practicamente no sale del Aljarafe... y así todo es más complicado.
Pero aquellos antiguos compañeros de la facultad tenemos una cosa buena: somos "pesaos" e intentamos que el paso del tiempo sin vernos no sea algo definitivo. En este caso, si está el e-mail y el messenger (bendito messenger) como aliados... pero no es suficiente.
Así que de un tiempo a esta parte, nos estamos inventando una tradición. Intentamos que al menos una vez al mes almorzemos juntos... siempre es un viernes y siempre es en el Gambrinus del Nervión Plaza.
Ahí, los Jorge, Jose Vela, Ilde y yo la mayoría de las veces y Jose Antonio en un par de ellas, recordamos las andanzas de aquellos ratos de facultad, aquellos de la tiendecita, las barriladas, las fiestas de la primavera, Fuenteheridos, Ronda... pero sobre todo nos ponemos al día de nuestras vidas hoy por hoy.
Me encantan estos viernes, no dudeis que pondré todo de mi parte para que esta tradición inventada sea una con largos años de historia en el futuro.
Los amigos son para toda la vida... o deberían serlo.

20.1.05

nuevas ilusiones.

2005. Año nuevo (que aún faltan 345 días para que termine, aunque ya no estemos en la resaca de fin de año), ilusiones nuevas.
Aquí podeis ver mi nuevo calendario, ese del pasillo de la cocina... ese que espero llenar de banderitas que implican viajes, que espero llenar de victorias verdiblancas, de nombres de sitios visitados...
Ese que ya tiene apuntados las fechas clave. Los cumpleaños de mi gente, los aniversarios, la próxima Semana Santa, la feria...
2005. ¿Qué pasará?

19.1.05

Una carta.

Antes de que el e-mail fuera algo cotidiano, como parte de las cosas que podemos hacer con el ordenador de casa, hubo un tiempo en que internet era algo desconocido, e incluso hubo un tiempo en que no existía.

Entonces, la gente como yo escribíamos cartas... esas que ya parecen parte de un mundo pasado, cartas de folios y folios, cartas en verano, cartas a los primeros amores, incluso cartas que no se enviaban.

Cuándo conocí a Gabi y a Ana, en 1998, estaba yo aún en esa época previa a la cibernética. Internet sonaba ya, pero a algo lejano e inaccesible. Mientras, fueron dos años de mucho contacto... se enamoraron de la Semana Santa y de Sevilla aquella primavera y repitieron en el 99. Entre fecha y fecha, aquellos diez días en Vigo del verano y algunas cartas manúscritas.

Era una ilusión. Recibir una carta de Gabi y Ana era un acontecimento. La leíamos todos, Lorena y yo, Juan y Amelia... incluso Ana nos leyó en voz alta la última que no llego a mandar cuando estábamos todos juntos en el reencuentro del 99.

Cartas kilométricas, cartas llenas de detalles, cartas que unían... después, llegó internet con su fuerza incipiente y creimos que estaríamos más unidos... pero no fue así.

Fue en el 2001 que nos volvimos a ver. Mi camino de Santiago tuvo la culpa. Ya hacía tiempo de la última carta y algún que otro e-mail perdido había llegado como esperanza de la comunicación de los nuevos tiempos...

Y desde entonces, nada más... no sé que tuvo la culpa, si la pereza para responder a mis e-mails comunitarios de Dani en Copenhague o qué se yo... el caso es que ya hacía muchos meses que me preguntaba qué habría sido de ellos. Ese sentimiento entre la pereza, el miedo a que ya nada sea como antes y el "quizá lo haga mañana" de coger el teléfono y simplemente llamarles y charlar por el gusto de charlar.

Ese sentimiento que se tiene en Navidad y que no se sabe muy bien porqué se vence con más facilidad... como contaba en el final de este post, llamé.

Y al poco de hablar por teléfono, una idea. Tenía que retomar nuestra pequeña historia, y tenía que ser por carta...

Así que el lunes dejé en correos un sobre con siete folios y medio de papel escrito, de un resumen del Dani que dejaron en Santiago de Compostela en julio de 2001 hasta el Dani del domingo 16 de enero de 2005. Un Dani que espera volver a contar con Gabi&Ana como parte de su cotidianedad.

Porque la gente que vale la pena valdrá la pena siempre, pase el tiempo que pase.

Culpable.

Era yo un alumno del colegio San Francisco de Paula por aquellos entonces en los que al menos una visita o dos a la semana a la calle Alfonso XII eran de obligado cumplimiento.

Era una especie de tradición u obligación: Al menos una vez a la semana, parte de mi paguita iba a ser gastada en Sevilla Rock. Me recuerdo a mí mismo bajando las escaleras que llevan al sótano y dónde estaban los discos menos comerciales:

-"entonces, ¿qué disco de Triana me recomiendas?"-

-"pués entre hijos del agobio y sombra y luz, a mí me gusta más el primero... el otro no me llama tanta la atención"-

Yo ya tenía "El Patio", así que me llevé el CD de "Hijos del Agobio". Mi padre acababa de comprar el primer reproductor de CDs que tuvimos en casa y era un devorador de música. Pedirle recomendación a los empleados de Sevilla Rock era para mí algo habitual... los conocía como a los propios empleados que tenía mi padre en el Dulio.

Antes de eso, compré cientos de cintas de casette. Y por aquel cumpleaños que celebramos arriba, en el Self Service, aquel gran regalo: la caja negra con toda la discografía de los Beatles... eso sí que fue EL regalo. La imagen que tengo es de estar en la puerta de Sevilla Rock saliendo con ese tesoro.

Cuántas veces no habré aguantado las ganas de quitarle el plástico transparente que cubre a un CD o a un casette ya en la calle... cuántas veces lo habré tirado en la papelera que está en la esquina de Alfonso XII y La Campana y me habré visto a mí mismo leyendo las letras del disco a la altura del kiosko de Curro.

Pero que lejano me suena ya todo. Ya era pirata en la época de las cintas, con ese trapicheo que teníamos Paco y yo y que nos grabábamos todo lo que teníamos, y ahora con internet... Hace años que no compro más de un CD al año. Este pasado 2004 no compré ni uno sólo, por ejemplo.

Sevilla Rock cierra. La culpa es de la piratería y de los top-mantas, dice el gerente... sí, la culpa es de eso en general, pero luego, la culpa es de todos como los que yo, formamos parte de esa piratería. Me siento culpable porque muere una parte de mi adolescencia, culpable porque bajo música que al final ni escucho, culpable de ir con las ventajas de los nuevos tiempos.

Recordaré Sevilla Rock con cariño y con ese sentimiento de culpa. Lo siento, Sevilla.

18.1.05

Navidad con Peter: Historias de Écija.

Siguiendo con el breve repaso a la visita de Peter y a lo que significó aquella semana, os contaré hoy como fue aquel momento "Écija".
Momento Écija no por la visita a la ciudad, sino por la visita a Elena y a Fati, aquellas astigitanas que formaban parte del universo Emdrup de aquel spring semester del 2002.
De esa manera, había visto en 3 días a tres de los otros cinco españoles que vivían en la residencia. Sólo me faltó ver a Marta y a Angie... (bueno, no cuento a Almudena que casi no estuvo presente en aquel semestre). El caso es que, dos años y tres meses después, volvía a ver a Fati y Elena.
Por ellas no ha pasado el tiempo. Están igual... y es que no es lo mismo cumplir 24 años como ahora cumplen que cumplir 28 como yo los cumplí en octubre. Siguen teniendo ese encanto natural que a más de uno enamoró y que a nadie dejó indiferente.
Fue un día y una noche con historias por sí solas. Un día de reencuentros, de ponernos al día y de darse cuenta que según que gente, la naturalidad, el trato y la manera de ser que fue sigue estando ahí. Un día de paseo por la ciudad de las siete torres, para ser admirada y disfrutar del sol de diciembre hasta que se puso.
Y una noche... qué noche!, la noche de la tortilla de patatas, del turrón, del brasero y del ron. Noche en una casa de campo en plena campiña sevillana. El "campo" de la familia de Elena, al que no sé ni cómo mi coche llegó en la oscuridad total de la nada, de la pura tierra... la noche de las confesiones, del juego del "I´ve never..." que como bien dijo Peter en su post, tanto nos hizo descubrir los unos de los otros.
Intuyo que hubo quién se fue a la cama con fantasias en la cabeza sobre lo hablado, pero yo a esas alturas sólo pensaba en que al día siguiente tenía una cita con el resto de mi vida.

15.1.05

Navidad con Peter: Sevilla o la aldea global.

Es normal que con la presencia de Peter en Andalucía en general y en Sevilla en especial, se produjesen extraños encuentros.

Extraños por muchos motivos. Pero interesante todo. Interesante fue juntar a 3 generaciones de Emdrup el lunes 27 en Málaga, con Jaime y yo del 2002, Esther del 99 y Peter (que es perenne, el lazo de unión)

Interesante fue conocer a Ángela, que pasa este año en CPH y justo estaba pasando las navidades en Sevilla... y eso que es de León! (epro su hermana vive aquí), el resultado, una interesante mezcla de gente pasando la tarde noche en el Café de la Prensa, en el Bar Las Golondrinas y en la Sonanta en Triana. Todo eso antes de sevillanear en La Anselma.
Pero el reencuentro más interesante, extraño e irreal de todos es el que ilustra esta foto: encontrarse 3 años después a Rafa, un mexicano que también estaba estudiando en CPH en el 2002 y que pasados los años llenaba una noche de sus vacaciones de Navidad con su familia recién llegada del otro lado del océano en el rincón del sevillaneo más famoso de Sevilla.
No es increible?, que pequeño es el mundo!. A Peter y a mí nos sonaba la cara de aquel chaval... y cuándo terminó la noche, nos dirigimos a él preguntándole... -"oye, tu estudiaste en Copenhague en el 2002 en el CBS??"-
Y sí... allí estabamos. ¿Será la influncia de Peter para juntar a la gente de años atrás?

Navidad con Peter: El primer día.

Pasadas ya unas tres semanas desde la Navidad, de la movida del tsunami y de la llegada de Peter a Andalucía, me apetece hoy contar un poco por encima como fueron aquellos primeros días de esa visita.
Un día raro aquel 26 de diciembre. Con la incertidumbre del qué había pasado exactamente en Thailandia, pero con la certidumbre de que Sarah estaba bien... el caso es que intenté que lo que estaba planeado no se viese visto por muchos cambios.
Y el plan era ese: Jaime y yo recogeríamos a Peter en el aeropuerto de Málaga, pasaríamos la noche juntos, charlaríamos, beberíamos y quizás saldríamos...
Y dicho y hecho. Así fue todo. No llevaba Peter ni una hora en España cuándo ya habíamos comprado dos botellas de cacique a más de las 10 de la noche. Para empezar, una ilegalidad (Welcome to Spain!)
La noche, una locura... más de año y medio hacía que no veía a Jaime (curiosamente en Copenhague, y eso que él es granadino) y quieras que no, no se tiene ese grado de complicidad que cuándo éramos compañeros de residencia. Pero fue un calentamiento. Al final de la noche nos habíamos trasladado al spring semester 2002.
Noche de risas, llamadas de teléfono a antiguos compañeros, alcohol y recuerdos... memorable rato.

12.1.05

11 de enero de 2002

Aquella mañana casi llegamos tarde al aeropuerto. Recuerdo incluso que con las prisas, mi padre chocó su coche con el de un taxista a la altura del Spala de la calle Laraña... menos mal que no fue nada que si no, pierdo el vuelo.
Era muy de mañana cuando el avión salió de San Pablo. En la hora escasa que estuve en Barajas, en mi escala, cambié mis recién estrenados euros a coronas danesas... unos billetes que estudiaba detenidamente en el avión que me dejaría en Kastrup. Mientras tanto, "La maldición del escorpión de Jade", de Woody Allen, se proyectaba en una miníscula pantalla. La vi y me gustó. Siempre me ha gustado el cine del neoyorkino, ya sabeis.
Sí... hoy hace 3 años (tres!!) que llegué a Copenhague. A estas horas ya estaba en la cama, intentando dormir... intentando porque por lo visto, mis anfitriones, los Bartels, estaban follando. Conclusión a la que llegué cuándo esos ruidos se hicieron más nitidos... los que recibieron aquellos mails de Dani en Copenhague se acordarán.
Parece mentira como ha pasado el tiempo y cómo mi aventura Erasmus cambió mi vida. Tres años hace que empezó realmente la vida que llevo hoy. La que me llevó a madurar, a hacerme más a mí mismo entre otras muchas cosas.
La vida que llevo hoy, esa que comparto con la persona que ya duerme en la habitación... dentro de pocos días hará también 3 años que conocí a Sarah... sí, realmente, aquel día fue el comienzo de esta etapa de mi vida. Increible.
Y no quería que se me pasase este aniversario para contarlo.

11.1.05

"llegadas/arrivals"

Allí estaba yo. Había conducido por enésima vez hacia el aeropuerto de Málaga y serían las 22:30 aproximadamente cuando llegué.
Odio ese rato en el que una vez mirado el panel de "llegadas/arrivals" ves que el avión que esperas ya está en tierra y empiezan a salir personas por la puerta... son esos interminables minutos en los que intentas descifrar de dónde es la gente que sale... intentas cuadrar que ese tío que tiene la misma cara de españolito que tú pudiese venir desde Dinamarca... pero no, y sigue saliendo gente y tú no dejas de moverte nervioso.
Remiras las etiquetas que los pasajeros traen en el equipaje que se amontona en los carritos de usar y tirar de los aeropuertos y compruebas que hay una marca que pone BLL. Sí, ya vienen de Billund estos pasajeros... esa rubia tan nórdica no puede ser de Coria.
Pero Sarah no sale... todos los daneses que estaban a mi alrededor esperando a sus familiares, a sus seres queridos, ya están servidos... ya he visto abrazos y sonrisas (nada exagerado, que fríos son los nórdicos...), todos menos yo, que aun espero a mi novia.
No puedo más, parece que vaya a ser la última. Le habrán vuelto a partir la maleta?, por qué no sale ya?. Me saltó la barandilla y me meto en el área que separa la puerta con el "público". Ahí dónde suelen esperar los agentes de los alquileres de coches y de agencias de viaje... joder, yo esperaba no sólo a mi novia superviviente de un tsunami, también esperaba a mi nueva vida... tengo derecho, no?
Y salío. El abrazo duró minutos...
La vuelta en el coche fue tranquila, sosegada... con el run-run de la música, la mano izquierda en la pierna de ella y las historias de una Thailandia nunca imaginada... era extraño, como si no hubieran pasado más de dos meses sin vernos.
En el trayecto de Álcala de Guadaira a casa, ella sintió lo mismo... "me siento cómo si viniéramos de pasar la noche en el cine de Los Alcores y estuvieramos llegando a casa", dijo.
Y es que justo era eso. Sarah está en casa.

10.1.05

Un regalo.

Había llegado el 26 de diciembre. Hacía poco que me había levantado en un día que iba a ser especial: esa noche venía Peter a pasar el fin de año y los primeros días del 2005 a Andalucía. Era, como decía en el post que escribí la noche previa, el final de una época, porque ya dejaba de estar solo en casa... primero la visita, después, la llegada de Sarah.

Lo que nunca imaginé sería que aquel 26 de diciembre no iba a ser uno cualquiera sólo por eso, sino por cosas más importantes.

Sería la una de la tarde cuando sonó el teléfono. Al otro lado, Sarah desde Thailandia... -"hola, skat!, cómo va eso?"- , dije yo con mi tono de normal alegría al recibir las llamadas de Sarah desde el otro lado del mundo durante sus vacaciones.

Cuándo Sarah dijo -"no te has enterado?"- me di cuenta que el "Soy Sarah" inicial del momento del descuelgue de teléfono no había sonado igual que siempre...

Ese "no te has enterado" en un tono cercano al sollozo es el salto a esa sensación que uno tiene cuándo sabes que te van a dar una mala noticia: Ese microsegundo en que se te pasan todo tipo de desgracias por la mente.

Mi microsegundo de desgracias estaba hecho de una pelea gorda entre el hermano y Sarah y su madre, o una grave enfermedad o accidente de Ingrid (la madre)... nada de eso, entonces Sarah dijo "earthquake"

No sabía o no le salía la palabra "terremoto" en español. De la misma manera que yo dudaba en ese momento que "earthquake" realmente significara lo que yo creía que significaba... "terremoto??!!"

-"Sí, si!, un terremoto!, pero no te preocupes, que estamos bien... Mi madre y yo estamos juntas y sabemos que Thomas está bien, aunque está en la jungla, pero está bien y tiene nuestro equipaje...! -

Jungla, equipaje, terremoto... Ufff, no daba crédito a lo que estaba escuchando, y Sarah no se podía creer que yo no supiera nada: -"pero pon la tele, joder!"- , dijo.

Andaba por la casa con el supletorio al oido mientras buscaba el mando de la tele, pero sólo había programas de corazón... mientras, Sarah contaba historias de señoras alemanas que no encontraban a su marido que se estaba bañando, historias de intentar volver al hotel y no haber hotel, de lineas de costa desaparecidas...

Me preocupaba pero no era consciente de la gravedad de todo aquello. Y más escuchando a Sarah en primera persona al teléfono, sabiendo positivamente que estaba bien...

Le tranquilizaba. Intentaba convencerla de que todo saldría bien, que estaban a salvo y que eso era lo más importante...

Sarah colgó y entonces, con la tele puesta, lo primero que hice fue poner el teletexto: ya ahí se podía leer que un terremoto había provocado graves destrozos en Asia, miles de muertos y desaparecidos...

Al llegar a Montano, a las dos, rapidamente encendí la tele para ver las noticias: Increible. Las imágenes de apertura del noticiario eran de la isla de Phuket totalmente devastada... la isla dónde yo creía que estaba mi novia.

Entonces me di cuenta de la importancia que tuvo aquella llamada a la una de la tarde, de la gravedad de todo lo que estaba pasando... la idea de haber puesto tranquilamente las noticias a las dos y encontrame todo aquello sin haber recibido aquella llamada me volvió loco.

Fue extraño... sentí paz, porque en el fondo sabía que Sarah estaba bien, realmente no éramos conscientes de lo grandiosa que era la catástrofe hasta no que fueron pasando las horas... pero las llamadas desde Thailandia se fueron sucediendo puntualmente: cuándo por fin los tres se reencontraron, cundo ya estaban en el aeropuerto de Bangkok para volar a Dinamarca y cuándo al fin estaban ya en Silkeborg.

En esas llamadas y en el viaje de camino de Málaga a Sevilla tras recoger a Sarah en el aeropuerto la noche del día 30, mi novia me ha contado una historia donde como yo siempre digo "la realidad siempre supera a la ficción", la historia de unos supervivientes, de escenas inenarrables, como esta foto que Thomas sacó desde la cuarta planta de su hotel antes de darse cuenta de que en vez de estar usando su nueva cámara digital, lo que tenía que hacer era correr colina arriba... que aquello no era una olita que había inundado el hall del hotel, no... pero esa es otra historia. La historia de Sarah y los suyos... la mía es la del que espera una llamada de teléfono.
Desde aquí gracias a los que al día siguiente me llamaron para preocuparse por Sarah, para saber si había noticias, para informarse. Igualmente, gracias también a todos los que se preocuparon pero por miedo a recibir una mala noticia no fueron capaces de ponerse en contacto conmigo...
Han pasado más de dos semanas desde lo de Thailandia y Sarah lee a mi derecha un libro en el sofá mientras escribo este post... no quiero hablar de milagro, no. Sería de mal gusto hablar de milagro cuándo ha muerto tanta gente y cuándo una parte del mundo que ya era pobre se ha empobrecido aun más... milagro es un sarcasmo... pero lo que sí es es un regalo. Que Sarah esté aquí ahora es un regalo.
Y ese regalo lo pienso disfrutar.

7.1.05

15 días

Hoy, después de desayunar, rellenaba mi diario.
Sí, mi diario, ese merecedor de un post... ese hecho de cuadrículas de pocos centímetros, ese que reune un cuatrimestre en un folio.
Tenía 15 cuadrículas vacías... 15 días por escribir. Medio mes, dos semanas largas... el último día escrito, el 22 de diciembre.
Y no es la primera vez que me pasa que olvido mis "obligaciones" y dejo pasar los días, las semanas, sin escribir... no es la primera vez que voy conduciendo camino de Montano diciéndome para mí mismo "hoy tienes que rellenar el diario".
Y lo normal en estos casos es que me acuerde de lo que hice el día anterior, el otro y... pero desde luego que no me acuerdo de lo que hice o de lo que pasó hace 10 días.
Pero hoy, en el balcón, escribiendo, rellené las 15 cuadrículas del tirón. Me acordaba de todo, desde ayer día 6 de enero hasta el día 23 de diciembre... han pasado muchas cosas, muchas...
Cosas que me han impedido estar el tiempo que antes tenía delante de mi portátil... cosas que merecen ser contadas en este abandonado (que no olvidado) blog. Cosas que contaré desde hoy...
Y cuándo terminé de rellenar los 15 días, le di un beso a Sarah.