Iba a ser la primera vez que la probaríamos.
Ya llevábamos varias semanas juntos en el gimnasio, pero siempre en la sala de musculación. El tatami central para hacer taekwondo era un absoluto desconocido, al igual que la sauna, que estaba ahí fuera, en el patio interior.
Así que al fin, Antonio J. y yo decidimos que ya era hora de gastar nuestros dos tickets mensuales para la sauna, que porqué no... aquella tarde sería ideal, una sauna y luego a salir con el resto de la pandilla.
Nos metimos en el vestuario principal y dentro de nuestro desconocimiento de cómo funcionaría la sala donde estaba la cabina de vapor, nos preguntamos:
-"bueno, pero no vamos a salir en calzoncillos por el pasillo, no?"-
-"ome, no... yo creo que lo suyo es salir con la toalla reliá a la cintura, no crees?"-
Y con algo de vergüenza pero con la seguridad de estar haciendo las cosas con un mínimo de pudor e higiene, ahí que abrimos la puerta... era para vernos: dos chavales de 16 años recien duchados con una toalla blanca cubriendo de cintura para abajo y con los calcetines blancos a medio poner. Recuerdo perfectamente como Antonio J. los llevaba con el talón desnudo y llegando a la mitad del empeine.
De la puerta del vestuario al patio donde estaba la sauna sólo había la mitad del pasillo, creo recordar que ni siquiera había que pasar por la puerta del tatami, pero justo en ese pequeño tramo nos cruzamos con el monitor de taekwondo... que casi se lleva las manos a la cabeza.
-"Pero por Dios!, dónde vais así??!!, si en la sauna hay vestuarios!!, pero cómo vais a salir así, medio en pelotas por el pasillo... para que os vea alguna señora!, anda, anda... coged vuestras cosas y os cambiais dentro!"-
Antonio J. y yo no sabíamos ni que decir... muertos del ridículo nos metimos corriendo en el vestuario principal a por nuestras mochilas y nuestra ropa...
-"illo, que vergüenza, ya me parecía a mí..."-
Una vez dentro de la sauna, se nos explicó el correcto funcionamiento de la misma. Que si una ducha antes de entrar, que si tantos minutos dentro, que si una ducha antes de volverse a meter... Por fin, Antonio J. y yo empezamos a reirnos de lo que había pasado en el pasillo una vez que ya por fin estábamos sudando la gota gorda... pero cómo debía de hacerse!
...
Ayer tarde los eché de menos. Eché de menos a Antonio J. y a Fran en la rutina del día a día de un gimnasio, para reirnos, para apoyarnos, para picarnos, para hacer la serie de pectorales con 5 kilos más que tú o para llegar a la última abdominal de la tanda. Pero sobre todo eché de menos a Jose Domingo, nuestro monitor. Aquel
monstruo que estaba pendiente tuya, que te animaba con un
"ya vamos a estar en Mister Sevilla", como si alguna vez fuéramos a participar en un concurso culturista. Aquellos golpes en el pecho para notar que te estabas poniendo duro...
-"eres el mejor, Dani"-, como todos éramos los mejores en aquel gimnasio de Triana.
Sí, ayer, en mi primer dia en el gimnasio
Galisport Hispano Aviación, eché de menos aquel trato casi familiar desde el primer día... yo explicándole a un monitor más joven que yo mis historias y mis hábitos deportivos, mientras él me escuchaba detrás de un mostrador. Oficina o Gimnasio?, dónde me había metido...
Y después de negarme a descubrir el funcionamiento de una máquina que no había probado en mi vida me levanté a buscar a aquel chico:
-"me puedes explicar como funciona esto?"-, y caminando hasta esa especie de escalera mecánica que me iba a poner a prueba, se me ocurrió preguntarle el nombre. No es mala idea saber como se llama el tío que debe controlar si estás haciendo lo correcto con tu cuerpo...
Es cierto: quería volver a un gimnasio, y este tiene de todo: una sala de musculación enorme, piscina, yoga, spinning, aerobic y todo tipo de actividades que tan deportivas y tan nuevas suenan hoy día. Muy grande, muy moderno, muy completo... pero muy frío.
Veremos a ver si no me arrepiento de no haber vuelto a mi Sato 2. En aquella pequeña callecita de Triana.