27.1.06

de respuestas inesperadas.

El 14 me deja en la esquina del hotel Macarena. Cruzo por los jardines del Parlamento y llego al otro lado de la plaza, pero el 10 no llega. -"Bueno, voy andando y me paso a comprar café"-

Avenida Sánchez Pizjuán, Mercadona. El supermercado de mi barriada no tiene café para cefeteras de expreso y eso, hoy por hoy, es fundamental. 2,05€ el Marcilla mezcla. No había natural.

Con el paquete de café llego a la caja. Una señora vacía en la cinta parsimoniosamente un carro que es más bien las provisiones para toda la semana de una familia numerosa. -"pasa por esta caja"-, me dice una de las cajeras dejando lo que estaba haciendo unos metros más a la izquierda.

Saco el dinero justo del monedero y en ese momento me dice la chica: -"tú eres Dani, no?"-

Radio fuera, me quito el auricular de la oreja para comprobar que había escuchado bien. -"... yo, sí..."- digo intentando adivinar quién es esta cajera del Mercadona. Ni idea.

-"tú no te acuerdas de mí, no?"-

-"... mm, no, ni idea"-

-"ay que ver!, que no te acuerdes de mí..."- Momento tensión: pasan en un microsegundo el listado de ex-novias, rollos, rollitos y amigas y conocidas de las mismas, intentando imaginarla arreglada en alguna discoteca hace 6 años, pero ni así.

-"tú eres Dani de las Golondrinas, no?"-

-"Sí, de allí, pero yo de ti no me ac..."-

-"Yo soy la hermana de Isaac"-

Y en ese momento lo vi todo claro. Seguía sin acordarme de ella de niña, pero por fin supe cómo se llama aquel chaval de la barriada que ahora es cliente de la heladería y que se acuerda perfectamente como me llamo yo y que yo no me acordaba de su nombre.

Ahora ya no se me van a olvidar los nombres de los dos hermanos: Olga e Isaac. Isaac y Olga. La miraba mientras charlábamos unos minutos acerca de historias del 11º piso, de hermanos que viven en Pino Montano y de me-alegro-de-verte comprobando que tienen la misma cara.

Qué tranquilo me quedé. Salí por la puerta pensando que hay círculos que se cierran. Quería y pedía saber el nombre de aquel chaval incluso escribiendo de ello en este blog y la vida me lo ha respondido.

Son señales, sin duda.

24.1.06

Límites inmortales.

Vestía con vaqueros y mocasines negros. Recuerdo bien ese detalle porque no dejaba de mirarle a los pies, sin calcetines y con los tobillos al aire. La primavera se metía por el balcón de la primera planta de Sor Ángela de la Cruz esquina Azahares y Don Manuel no dejaba indiferente a nadie.

Joven, amante de su trabajo, apasionado. Quería que quedase claro el concepto de "tender a" de un límite. Matemática inteligible, conceptos sólo construido en la imaginación... límites, integrales, derivadas, números...

Como un zapateado en la baldosa de aquella clase, Don Manuel hacía como el que quería avanzar hasta llegar andando al filo justo del cemento, a la unión de las baldosas, pero no llegaba... movía sus pies y hacía un ruido fuerte con los mocasines negros... -"el límite tiende a 1, pero nunca llega... lo veis?, uno es el final de la baldosa, y yo soy el límite... 0.99, 0.991... 0.999..."-.

A cada paso que daba, más fuerte sonaba. Zapateaba casi, clack, clack, clack. 0.99995, 0.999995, tender a, límite de... profesor.

Entonces no lo sabíamos, salíamos al patio y hablábamos pestes de éste y de aquel maestro, de tantos apuntes, de lo exigente de los exámenes. Adolescentes rebeldes que de puertas para afuera tenían que odiar el día a día del colegio.

Un día, en la biblióteca, Don Pascual nos dijo a dos de nosotros, ante un comentario acerca de las muchas ganas que teníamos de acabar con los años de San Francisco de Paula, que llegaría un momento en que nos acordaríamos con cariño de tanto y tanto profesor, de aquellos años de clases en aquel colegio centenario... -"ni hablar"-, respóndimos.

...

Ayer, en el 10, camino de la Encarnación, vi de lejos a Don Manuel. Han pasado más de 12 años, pero me pregunté si seguirá siendo ese profesor de matemáticas y física que castiga a las baldosas para que todos entiendan lo inentendible.

Don Manuel miraba al otro extremo de la calle para cruzar y el autobús giraba la esquina. No sabía que en aquel momento alguien valoraba su trabajo desde la distancia del tiempo, los años y del cariño.

Ojalá sigan existiendo profesores como él.



Dedicado a los alumnos futuros que un día descubrirán que hay profesores inmortales y sobretodo a ellos, los sufridos enamorados del enseñar.

18.1.06

64 horas en Londres.

Acabó el primer día completo en Londres y ya casi había gastado la tarjeta de la cámara digital. Aquello si que había sido aprovechar el tiempo...

desde primera hora de la mañana pateándonos el Londres que todos hemos visto en el cine o en la tele. Del BigBen a la Westminster Abbey. De ahí a St. James´s Park, por donde se llega a Buckingham Palace. Guardia Real saliendo del palacio y manifestación de turistas hablando todos los idiomas.

Centro, Picadilly Circus, Londres, London... autobuses rojos de dos plantas. Cabinas de teléfono de las películas de James Bond. Negros, blancos, hindues, orientales, burkas, turbantes, corbatas, faldas y zapatos de tacón. Leicester Square y lunch time. Tower of London, Tower Bridge y City Hall. Tube, Underground... fotos, fotos y más fotos. Yo estuve aquí, estuvimos aquí... -"would you please take a photo?"-, alargando la cámara te entienden en cualquier idoma.

Descanso en un centro comercial de la zona de Queensway. Capuccino tamaño familiar y revisión de los planes para la noche y para el día siguiente. Las seis y media. Hacía dos horas que se había ido el sol...

Viernes noche entre el Soho y ChinaTown. Asiáticos que te entregan publicidad de sus restaurantes, gente, más gente, turistas, londinenses -"un momento, Sarah, hazme una foto aquí"-, satisfacción por haber acertado con la cena. Restaurante japonés Ikkyusan... ¿Quién dijo que se come mal en Londres?, esto es vanguardia, the place to be. Elige un tipo de cocina y encuéntrala en esta ciudad.

Sal, pasea, baja la comida, -"vamos a un pub?"-, Soho, Nannobyte... aquí está bien. -"Joder que caro"-, como todo en Londres.

-"todo esto hemos hecho?, uff!"-, termino de ver las fotos y apago la cámara. Mañana será nuestro segundo día...

...

Los segundos días siempre van más lentos. Uno se toma su tiempo en el Caffè Nero de al lado de St. Paul´s Cathedral. Incluso no tienes prisa a la hora de escoger las postales en la tienda de la Iglesia. Se permiten pequeños lujos como esperar 15 minutos en la parada del 23 con aquel frío y cruzar medio Londres en la segunda planta de un bus que va a Portobello Road: disfrutas los 45 minutos de viaje como si fuera una ruta turística: qué más dá que sean las dos y media de la tarde cuando llegas?, valió la pena.

El mercadillo de Portobello sirvió para encargar muchos regalos a los Reyes. Y sinceramente: me hubiese gustado hacerme una foto con aquella señora de 84 años que se sentó a nuestro lado en aquella crepperia regentada por polacos y que nos contó historias de la Guerra y de Suiza. -"Take care, Madam"-

A esas alturas de nuestro viaje quedaban menos de 21 horas para hacer el check-in en el mostrador de Ryanair. Lo que no sabíamos es que lo mejor estaba aun por llegar... no, no fue la cena del sábado en aquel restaurante chino, ni el domingo de shopping en Oxford Circus y Regent Sreet. Hoy lo sé:

Si alguna vez vas a Londres no lo dudes. Ve a un musical. Electricity, Billy Elliot, Victoria Palace Theatre. Las fotos en cada punto turístico se quedan en papel o en la memoria de tu disco duro, pero lo que vivimos sentados en las butacas de aquel teatro con sabor a historia se quedan en el corazón.

Then suddenly im flying
Flying like a bird
Like electricity
Electricity
Sparks inside of me
And i'm free, I'm free

Qué bueno es no dejar de sorprenderse y seguir emocionándose. La vida vale tanto la pena...

13.1.06

Noche de Reyes.

La cabalgata hacía un par de horas que estaba en la calle. La Estrella de la Ilusión ya había pasado por el Puente de Triana y la carroza del Quijote se había quedado dentro. Se le había partido un eje.

Veía las imagenes de niños disfrazados con trajes brillantes en la televisión. Tirando los caramelos de uno en uno y saludando a las cámaras. La SER informaba acerca de itinerarios y los retrasos en los horarios cuando por fin, mis padres llamaron al telefonillo.

Mi padre se sentó en el sofá mientras que mi madre lo hizo en la mesa del salón, enfrente de Sarah, compartiendo el café.

-"Entonces, que dices, que el avión lleva retraso?"-

-"No, Mamá... el avión no. Es la cabalgata la que lo lleva"-, le explicaba a mi madre girando la cabeza a mi izquierda. -"Por eso os he pedido que viniérais antes de lo que habíamos pensado, no fuera a ser que no pudiéseis sacar el coche del parking si la cabalgata estuviera pasando por la Magdalena con el retraso que lleva"-

La cabalgata seguía su curso en Localia Televisión ante los ojos de mi padre. Niños llenando la tele, en la calle, encima de los hombros de sus padres y en cada carroza. En ese momento dijo: -"Hoy es la noche más bonita del año"-

Fueron quizás diez minutos los que siguieron a esa frase, en los que mi madre recordó historias de regalos escondidos detrás del armario, de nuestro perro destrozando los juguetes antes de la mañana del día 6, y de la última carta que mi hermano Quique le escribió a los Reyes, que ella conserva y que está llena de ilusión y de candidez.

-"Cada vez que leo esa carta me entra un sentimiento..."-

Mi madre se terminó el café y a los veinte minutos estábamos en el aeropuerto de San Pablo. El vuelo a Londres salía dentro de una hora. -"Pasadlo bien y llamad cuando llegueis al hotel"-

Y llegamos al hotel. El Travelodge de Harrow Place, Londres, Inglaterra... lejos de cabalgatas, de caramelos desperdigados por las calles, de Melchor, Gaspar y Baltasar. Nos esperaban tantas cosas, tantos lugares. Tanto tiempo pensando en este viaje, tantos planes...

Cualquiera diría que aquella noche no podía quedarme dormido por lo que nos esperaba en los tres días que seguían. Pero lo que Sarah no sabe es que lo único que yo esperaba era que ella se quedase dormida para que los Reyes, pensando en las palabras de mi madre, pudiesen llegar a aquella habitación de hotel y dejar su regalo bajo la ventana.

Y los Reyes llegaron a Inglaterra.

11.1.06

Mis cinco extraños hábitos.

Por partida doble (vía Auri primero y Grelinno después) me convocan para que escriba este post (que ya aprendí hace unas fechas por medio de Nepomuk que se llaman "memes"): mis cinco hábitos extraños o raritos... que no inconfesables porque aquí los estoy contando.

Lo primero es dejaros las reglas:

El primer jugador del juego, inicia su mensaje con el título "5 extraños hábitos tuyos", y las personas que son invitadas a escribir un mensaje en su respectivo blog a propósito de sus extraños hábitos, deben también indicar claramente este reglamento.
Al final, debéis escoger 5 nuevas personas a indicar y añadir el link de su blog o diario web. No olvidéis dejar un comentario en su blog o diario web diciendo "Has sido elegido" (si aceptan comentarios) y decidles que lean el vuestro.

Así que allá voy:

-Lavarme los dientes andando: Imposible, im-po-si-ble que me quede delante del espejo del cuarto de baño cepillándome los dientes. Lo normal es que esté dándome paseitos por el pasillo e incluso no es difícil encontrarme delante de la tele o del portátil con el cepillo metío.

-Que lo apunto todo: ya no sólo escribo mi diario (de lo que ya hablé aquí) y también mi calendario no sea el típico que te regalan en el banco o que se compra en el fútbol con la plantilla del Betis en alguna foto de la pretemporada, que yo cada primero de enero cuelgo en la pared de la cocina un peazo calendario hecho a mano donde apunto si ese día fui a trabajar, si comí fuera, si almorcé fuera, si hubo partido del Betis y/o del Benfica, si fui al gimnasio, los viajes... encima como soy un prefeccionista algo friki en ese aspecto, dibujo con colorines escudos, banderitas, etc, etc...

Pues no contento con eso, también apunto en el ordenador todos los gastos que tengo, (hasta si compro un cuarto jamón york en la carnicería de mi barrio), aparte de los gastos comunes con mi novia (esto ya es más nomal)

Lo que no es normal es que este 2006 me he propuesto apuntar todas las películas que voy a ver. (Y ya van cuatro!)

-Dormir boca abajo: no es que sea un extraño hábito, pero si que es mi única manera posible para quedarme dormido en la cama (ya en el sofá o en un asiento de un avión soy capaz de quedarme frito en cualquier postura). Además tengo que admitir que yo rompo los mitos románticos: uno empieza la noche agarraito a la novia, en posición cucharilla-de-café pegaito a mi Sarah y a medida que va notando que se me van cerrando los ojitos, me voy soltando soltando hasta que por fin me pongo boca abajo y sin que nada me roce.

Eso sí, casi es preferible este hábito mío: como me quede dormido boca arriba (que puede pasar rara vez), ronco.

-Ir al fútbol con la radio: como mucha gente, lo sé, pero yo no concibo estar en el Ruiz de Lopera viendo a mi Betis sin escuchar el partido retransmitido en directo. Parece que me falta la mitad si no hay radio. Pero una cosa: sólo utilizo un auricular. A mi izquierda se sienta mi hermano y ese oído queda libre para escucharnos.

-El café de las seis de la tarde: Aunque ultimamente lo estoy sustituyendo por la bica cheia después de comer. Lo que está claro es que soy cafetero: o hay café después de comer o hay café a las seis de la tarde: la hora perfecta para eso.

Y bueno... uno se da cuenta de que podría seguir contando manías un buen rato, pero mejor no quemar futuras posibilidades de posts, no?

Y ahora me toca mandarle el meme a cinco bloggers, y la verdad es que me dá pereza, porque no quiero que nadie se sienta obligado, pero bueno:

  • a Peter, que le gustan este tipo de cositas.
  • a Pirfa, que ya sé que no le gustan mucho, pero me encanta leerla.
  • a Underpressure, que no se diga que se sienta olvidado en la blogosfera.
  • a Martushka, que me dá que le pega contestar.
  • y al gran Paco Palacios, pa´que vuelva a actualizar (y que seguro que nos sorprende con sus hábitos)

9.1.06

Evolución.

Aterrizamos a eso de las ocho y veinte. Escuché alguno tímido, pero cuando pasaron unos segundos, toda la parte de atrás del avión rompió en aplausos: algarabía cateta de paisanos que vuelven a la mejó ciudad der mundo, que Londres está mú bien, pero llueve y la gente habla raro.

Sólo un avión lleno de sevillanos puede aplaudir cuando se aterriza. Sólo nosotros.

Hace años esto me parecería gracioso. Hoy me parece vergonzoso.

Cogí mis bolsas, mi chaquetón y dejé que Sarah saliera antes de mí al pasillito del avión. Atrás quedó Londres: espero saber, en breve, contarlo bien aquí.

5.1.06

la cajera de mi banco.

Abrí la puerta de la sucursal y delante mía me precedían unas cinco o seis personas. No esperaba tanta gente un tres de enero en esa oficina tan pequeña, pero me puse a la cola.

Detrás de la ventanilla una vez más, ella. Qué pena!, a qué sucursal habrán mandado a aquella chavalita rubita y nerviosa que me atendió una vez?. En fin: la misma antipática amargada que de costumbre. Nada más verla desde mi posición me fijé: tenía mis dudas, pero estaba cumpliendo la nueva ley y no fumaba.

Como a esta de la que hablé en su día, a la cajera de mi banco le cuesta sonreir... bastante. Ni te mira cuando le das el DNI y los billetes por la ventanita de la cristalera, pero es que encima aquella mañana, seguramente la primera de trabajo para ella en 2006, menos.

Una señora mayor le pedía un favor. No sé que era exactamente lo que quería, pero era algo que debía hacerse en el cajero automático de la calle. La anciana no sabía manejarlo.

-"Anda hija, y a ti que más te dá... si ya lo has hecho otras veces"-

-"Es que esto se hace en el cajero!, son las reglas!..."-

-"Pero es que yo de eso no entiendo"-

-"Las reglas son las reglas, lo mismo que hay que cumplirlas para unas cosas hay que cumplirlas para otras..."-, dijo la cajera alterada.

Le faltó levantarse el suéter en ese momento y que enseñara una camiseta tipo "soy una fumadora indignada con la nueva ley", pero salió de detrás de su ventanilla y se fue para la calle con la señora camino del cajero.

Miradas de complicidad entre los que estábamos en la cola, y algún comentario... -"que antipática que es la tía..."-, "ofuf!"-

-"Lo que pasa es que no puede fumar y está encabroná"-, dije yo.

Y se fué la señora mayor con su operación hecha, pasaron los que iban delante mía y llegué yo. Esta vez no había un cenicero enorme y lleno a la vista, esta vez no fumaba la cajera al lado del letrero de "gracias por no fumar" de la pared de la sucursal, pero aun así, y depués de un sábado 31, domingo 1 y lunes 2 con el banco cerrado, la ventanilla seguía apestando a tábaco.

A algunos les va a costar más de la cuenta, ciertamente... pero yo por dentro me alegro de que aquella mañana la cajera de mi banco estuviese más antipática que de costumbre. Prefiero su mala cara que sus malos humos.