20.9.04

3 días en CPH... regreso triunfal a La Lanterna.

Este era un post que tenía ganas de escribir... y primero, era una situación que hacía mucho tiempo quería vivir.

Es como aquel post que escribí acerca de la conciencia tranquila... algo parecido. Una idea que quieres hacer realidad, algo que deseas hacer desde hace mucho tiempo... que te imaginas como va a ser, como lo vas a disfrutar...

Y por fin, pasó. Fué el jueves 9. La idea?, invitar a cenar a Sarah en un buen restaurante, dónde? por supuesto... en La Lanterna.

Era como un triunfo. Reservar mesa ya incluso fué un placer... llamé por teléfono y pregunté directamente por Miguel, el dueño. "Que te quería reservar una mesita pa´esta noche a las 9..."

Y durante toda la tarde, una sonrisa en la cara. Imaginaba ver de nuevo a Gino, a Vincenzo, a Banzi y a Miguel... esta vez no era yo el fregaplatos, esta vez era un cliente...

Y bueno, no fué la dicha toda completa, ya que Vincenzo, el chef, ya no trabaja allí... ni Gino, el camarero, estaba aquel día (el pobre está en Italia porque su madre está enferma)... sólo Miguel el dueño, y Banzi, el pinche quedaban aquella noche de mi etapa.

Pero la persona más importante a la que ver era Miguel, que nos atendió personalmente... con el detalle de unas copitas de champán para empezar la noche... lo malo fué el postre, donde el bueno de Banzi hablaba y hablaba y no dejaba que disfrutaramos del tiramisú... pero bueno, él es así.

La cena... magnífica (qué bien cenamos!). Y el sentimiento de estar a gusto, también. Cuántas veces había pensado en mi fuero interno lo mucho que me gustaría que todos los que me vieron agobiado fregando platos entre la grasa, me vieran hoy gastándome los billetes... fué una liberación personal. Un sentimiento no de revancha, porque no tengo nada que reprocharle a nadie de ellos (sin haber trabajado allí, no hubiera podido aguantar 8 meses en Copenhague... ellos me dieron la oportunidad), pero sí de realización personal... de fregaplatos a cliente.

Así que aquella cena fué una de estas cosas que tienes en esa lista de "cosas que tienes que hacer antes de morir" y cuando salimos de aquel local, con una sonrisa en la boca, pude tachar eso de mi listado...

P.D: lo de gastarse los billetes no es una forma de hablar... 90 euros me costó este episodio de satisfacción personal!, pero hubiera pagado más, sin duda!