21.3.05

Lunes Santo.

Hace tres días, camino en coche a ver el Real Betis 2-Albacete 1 (terceros estamos, queridos lectores), charlaba con mi hermano:

-"y mañana sales?"-
-"no, este año no"-
-"y eso?"-
-"no voy a la iglesia en to´l año y no voy ahora a salir de nazareno"

Cuando mi hermano dijo esto, me vi reflejado. Es justo el punto de pista que tuve yo en su día, hará ahora 7 u 8 años (parece que lo dos hemos llegado a esta conclusión a la misma edad) y la verdad, me parece una sabia decisión.

Sí, hablamos de Semana Santa. La semana grande en esta ciudad: Sevilla.

Sevilla vive por y para su semana grande. Todo está bien si durante el periodo en que las cofradías están en la calle no hay problemas... por arte de magia desaparecen andamios, obstáculos varios en las calles, se parchea el asfalto que lo necesite, se solucionan a la carrera conflictos laborales (no vaya a ser que haya mucha gente en el ayuntamiento manifestándose) y Sevilla se convierte en, aparentemente, la ciudad más católica de la tierra.

Durante los días previos, las iglesias se llenan de gente, ansiosas de admirar las imágenes ya preparadas en sus pasos ante la inminente salida procesional, el centro de la ciudad huele a incienso y no es difícil escuchar una corneta y un tambor desde el aparato de música de algún bar.

Y por arte de magia, el sevillano se acuerda de que tiene que ser religioso (o algo parecido), o que al menos, lo tiene que ser más de lo que lo es durante el resto del año... es Semana Santa, y a todos nos gusta formar parte de ella.

Así, hay quien pisa la iglesia de año en año... justo el tiempo que transcurre desde que termina su estación de penitencia hasta que empieza la del año siguiente. Pareciera que con eso es suficiente para limpiar conciencias.

Incluso hay quién sale de nazareno no se sabe muy bien porqué: cosas tipo "por tradición", "por no perder la antiguedad" o "porque sí".

Yo tuve una etapa así. Era un Dani quinceañero que empezaba a salir con los amigotes... y antes de las primeras salidas nocturnas de fin de semana, fueron las Semanas Santas.

Aquellos eran los años de salir con Paco y el Gordo... unas semanas santas buenísimas, vividas desde el minuto cero... pero desde el punto de vista de salir de casa, estar con los amigos, no tener hora, recorrer Sevilla de arriba a abajo. De risas, vivencias y ahora que lo veo desde mis 28 años, poquito fervor religioso.

Pero ellos salián de nazarenos... quizás por tradición familiar, no sé. Y yo, por supuesto, no quería ser menos... así que me hice hermano de la Vera+Cruz, que era la Hermandad de mi mejor amigo, Paco.

De ese modo, ya estaba dentro. Ya era un "sevillano pleno". Realmente no sentía nada especial ante el Cristo de la Vera+Cruz o la Virgen de las Tristezas, titulares de la Hermandad, pero era guay estar el Lunes Santo en la parte de arriba de la Iglesia vistiéndose para salir de acólito y llevar un cirial, vivir el ambiente en primera persona.

Y así, pasaron varios años... quizá durante un año o dos sí que me sentí más ligado a la Hermandad y a lo que allí se vivía, unido a mis años de catequesis de confirmación... un Dani algo más convencido de lo que hacía, quizá más religioso, sí.

Pero realmente era un espejismo... ese año o dos de espiritualidad fueron seguidos por algún que otro año más de inercia y de salir con mi cirial sin conocer a los que iban conmigo: ¿¡cómo los iba a conocer si no pisaba la Hermandad para nada!?

Después de algún tiempo dándole largas al cobrador de la Hermandad, un día firme mi baja.

Por fin abrí los ojos: se acabó esa incongruencia de no hacer vida de hermandad, de no formar parte del día a día de la Vera+Cruz durante el año y de aparece justo el Lunes Santo. Realmente no sentía nada especial ante las imágenes, ni el año 90, ni en el 97... mucho menos ahora en el 2005.

Yo hice lo que muchos sevillanos deberían hacer: dejar a los que sienten la Semana Santa en primera persona su sitio y sobre todo, ser consecuente con uno mismo.

Con todo esto que escribo, no quiero decir que no haya gente que se sienta hermano de su cofradía todo el año, que no haga vida de hermandad, que no sienta fervor ante sus imágenes también en agosto, por ejemplo... pero, ¿cuántos como yo o como mi hermano hasta ayer farisean durante esta semana?, ¿cuantos son nazarenos y cuántos realmente sólo lo parecen?

Así que un día me di cuenta que lo que a mí me gusta es la Semana Santa espectáculo...

Pero eso ya merece otro tipo de post.

3 comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Juuuaaaassss!!! Que majo estás con el cachirulo ese tan grande...Perdón por mi ignorancia acerca del mundo religioso, pero soy atea Ni siquiera he hecho la comunión. Aunque realmente nunca me he puesto a profundizar tanto sobre el tema como para llegar a la conclusión de si creo en la existencia de un Ser que va más allá de nuestra imaginación (llamémosle Dios, Alá, o como sea...) o si realmente no existe NADA DE NADA. A este punto aún le doy el beneficio de la duda...Pero de lo que estoy profundamente convencida es que en lo que no creo es en LA IGLESIA!! Lo siento, pero me suena a cuento chino cuando hablan de eso de ser misericordioso y bondadoso ayudando siempre al prójimo cuando, mientras el Papa en el Vaticano posee una de las mayores fortunas del mundo en oro, obras de artes y demás, hay niños muriéndose de hambre…No le encuentro la lógica…Lo encuentro ilógico…

En fin, que me estoy metiendo ya en camisas de once baras (o como se diga eso)…
1 besete primooooooo!!!!

4:17 p. m.  
Blogger #MO* dijo...

Mmm creo que el tema de la Semana Santa es algo que tiene que ver más con la tradicion popular que con la fe. No sin razón eran las fiestas de los Idus de Marzo, que celebraban los romanos, el renacimiento de la tierra tras el invierno, el renacimiento tras su muerte del Dionisos griego, y si me apuras, la resurrección de Osiris en el antiguo egipto.

Con la llegada de la Iglesia Romana, al no poder acabar con esos cultos (si, acabar con ellos, eso quiere decir que las tradiciones del pueblo son más fuertes que los poderes reinantes), los asimilaron a su propia tradición.

La tradición va unida al pueblo, a un sentir común. Y los estamentos de poder intentan asimilar esas tradiciones, uniéndose a ellos, pues de lo contrario, ir en contra de estas tradiciones no es ir en contra de la jerarquia que intenta mandar sobre ellos, sino en contra del propio pueblo. De hecho, no sé en Sevilla, pero en otros lugares, las cofradías vienen de la época medieval, tintoreros, orfebres escultores, carpinteros, todos se unían en un fin común, como era por unos dias unirse y procesionar, tras el santo de la advocación de cada gremio.

Para muchos, solo es un pedazo de madera, yeso o marfil, para los más puristas, contraviniendo el tercer mandamiento : no fabricarás ídolos.

Pero tras esa imagen va el amor, cariño y dedicación del pueblo. Por ello, para mi al menos, digno de admiración y respeto. Yo no veo al Cristo tal o a la Virgen tal, sino toda la gente que se emociona, carga con ella, se preocupa de que salga la más guapa, la más lucida, las flores más hermosas.

La tradición es del pueblo. La fé, del individuo. Ahí radica su libertad. La libertad de elegir o no la manzana.

Saludines

7:59 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

La Semana Santa de Sevilla es la mejor ¡anda que no me lo pasé yo bien ahí!.
Mi familia son de la Esperanza (no sé si sabes que soy 50% sevillana) pero yo las procesiones las vivía desde el lado del espectáculo que suponen y la juerga que se monta mientras se esperan a los pasos.
¡Quiero volver!
Besitos mil

6:23 p. m.  

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