11.5.05

La cagada.

Esta noche que quería escribir, no funciona blogger. Desde luego que hoy no ha sido mi día.

Escribo pues este texto en un archivo de Word, a la espera de poder publicarlo mañana.

Y es que hay días que mejor no haberse levantado de la cama. Yo he tenido uno de esos hoy sin duda alguna.

Pero todo empezó realmente anoche. Serían las 12 y poco cuando de repente, se fue la luz en la heladería.

Después de comprobar el cuadro eléctrico y ver que todo estaba en su sitio y nada había saltado, salí a la calle. No había luz desde la inmobiliaria (que está en obras) hasta el local del final de la calle… son justamente diez locales. Todos a oscuras. Justo al entrar de nuevo, uno de los de la barra de “El Rey de la Cerveza”, el local de la esquina, paraba en nuestra puerta para preguntar si también a nosotros se nos había ido la luz. Fue un momento de alivio (entre comillas, debería poner) el comprobar que la avería no era de la heladería.

Pasaron 5 minutos y la luz no volvía. La imagen de dos vitrinas con más de 40 helados sin recibir frío empezaba a preocuparme. Entonces salí a la calle con la guía de teléfonos para llamar a Sevillana Endesa, pero vi a dos operarios en el cuadro eléctrico que da a la calle en la inmobiliaria. Me dijeron que “sí” cuando les pregunté si estaban reparando la avería y bueno… me tranquilicé un poco.

Mari y yo empezamos a recoger las palas de las cubetas. Tiempo record para dejar los helados de las dos vitrinas listos para ser guardados en el congelador.

Congelador que estaba vacío. Vacío por haberlo limpiado del hielo que se va formando con el paso de los días. Estaba limpio, seco y preparado. Así que justo diez minutos antes de que se fuera la luz, lo cerré y yo juraría que le di al botón de encendido. De esta manera, empezaría a coger la temperatura que necesita el helado.

Son 25 grados bajo cero, pero evidentemente, el congelador no había llegado a la temperatura ideal… pero no había tiempo. La luz se había ido y había que guardar los helados. En un congelador cerrado se mantienen mejor que en una vitrina semiabierta.

Cuando la luz volvió casi 50 minutos después de haberse ido, ya hacía un buen rato que los helados estaban guardados en este congelador a medio camino para llegar a su marca de -25º. Al irme a casa y ver que el termómetro marcaba -5º todo me pareció normal… -“ya va cogiendo temperatura”-



Hoy, a las dos y veinte mi móvil recibió un mensaje. Era de mi hermana:

“Otra vez congelador apagado, joder no miras si lo has encendido!!”

No me lo podía creer… tenía que ser un error. Algo que ver con que se fue la luz. Estaba seguro de haber encendido el congelador. Cuándo llamé a mi hermana, la bronca fue simplemente irreproducible.

Y tenía razón en echármela. Aseguraba que el congelador estaba apagado, que el botón estaba “off”. Que no nos puede pasar más… que hay que mirar si hace falta mil veces para que estas cosas no pasen… (porque nos ha pasado con esta 3 veces en 10 meses, aunque esta ha sido mi primera vez)

Me sentí fatal. Más de 40 helados derretidos. Esto implica tener que trabajar el doble, en tiempo record. Rehacer lo que se pueda, regenerar lo derretido, hacer helados nuevos, estar dos o tres días con mucha menos variedad… cuando colgué el móvil me puse a llorar de angustia.

Juraría que encendí el puto botón, estoy convencido… pero la evidencia decía que no. Sólo me faltaba una cosa así, una cagada de este calibre, justo ahora. Con estas ganas de cambiar de trabajo, con este bajón que me produce el rato que tengo que estar en la heladería, todo ese mal rollo que parece que no termina nunca y que está provocado por este trabajo, esta vida, esta rutina. Hoy le sumo a todo esto una cagada de la que soy responsable y que implica más trabajo no sólo para mí, sino también para mi hermana.

Así que hoy, que era mi día libre (sí, sí… un martes), me planté a las 4 de la tarde en la heladería para cubrir las 5 horas y media que iban desde el turno de mañana y el de noche que le tocaba hacer hoy a mi hermana. Cinco horas y media haciendo helados como un loco.



Al irme a eso de casi las diez de la noche, con 26 helados hechos en ese tiempo, la cosa ya pintaba mejor. Mi conciencia más tranquila. El cabreo de mi hermana desaparecido (o disimulado). Sarah esperaba en casa para irnos a cenar.

Y entonces, pasó.

Juro que no lo hice queriendo. Juro que el golpe que hizo que mi copa de vino tinto se volcara para manchar totalmente el pantalón preferido y la blusa nueva de mi novia fue accidental.

Debería haberme quedado acostado, lo sé.

4 comentarios:

Blogger UnderPressure dijo...

Vaya tela, tio. Pero como se suele decir en estos casos, ya veras como algun dia en el futuro volveras la vista atras y te reiras de todas estas cosas. Animo.

11:11 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Animo, dias asi los tenemos todos: por suerte todo tiene solución, más o menos facil, pero la tiene. Un abrazo y no te desanimes!!!

3:31 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Anda, venga, que una mala racha la tiene cualquiera (mírame a mí con la gaviota y demás). Fijo que fue un Trasgu (duende asturiano) el que apagó el botón para hacerte la puñeta....eso es lo que decimos por aquí....y si cuela, cuela ;-)
Besitos mil

7:50 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

ANIMO DANI, todos tenemos un dia malo, a mi no me renuevan contrato por cagarla la he cagado con el dueño de la empresa, y como no tengo pareja no le puedo tirar nada encima, jeje mira el lado bueno una bronca de tu hermana y tener que hacerle la pelota a Sara para que se le pase joe no está tan mal, a una mala racha le va una racha genial
Carmen

6:13 p. m.  

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