5.5.05

historias de una boda en Andújar. El porta-lentillas.

Tal y como reza el título de este post, este fin de semana ha sido la muy esperada boda de Antonio Jesús y Esperanza (a la que no sé muy bien porqué, Antonio llama Ezpe, y así se le va a quedar)

Lejos queda ya el anuncio de la boda, los preparativos, la fé de soltería o la despedida de soltero del novio. Finalmente, el domingo 1 se nos casaron.

Y ha dado para mucho este fin de semana... para algunas historias dignas de posts. Algunas imágenes también dignas de ser compartidas en la blogosfera y sobre todo, para el recuerdo: todo salió genial.

El caso es que como la boda era en Andújar (Jaén) y está a 214 km. de Sevilla, decidimos Sarah y yo irnos el día antes y llegar el sábado. Estar allí con tranquilidad, con tiempo de sobra y pudiendo disfrutar de la previa con mucha gente que también decidió pasar allí el fin de semana entero.

Así que a las 21:45 estábamos en la recepción del Hotel del Val. Un 3 estrellas que no está nada mal. Una ducha rápida y a cenar. Casualidades de la vida (y también que Andújar no es muy grande, todo sea dicho) hizo que llegáramos al mimso mesón-bar del centro donde estaba el resto de la pandilla en una mesa y gente de Juventudes Andalucistas en otra. Estaba claro que la invasión para la boda había empezado.

Aquella noche transcurrió después en una sala romera (que no rociera, que estamos en Andalucía Oriental) y a eso de las 2 y pico volvimos Sarah y yo al hotel.

Fué entonces cuando empieza esta historia.

Buscando en mi neceser, me dí cuenta de que se me había olvidado el porta-lentillas en casa (algo se me tiene que olvidar siempre en cada viaje que hago, si no, no soy yo...). Esto es algo que me suele pasar, la verdad, y la solución siempre es la misma: buscar un vaso y cubrir las lentillas con líquido lo justo y necesario.

Así que una vez más, hice esto. Dejé mis lentillas (que no son un artículo cualquiera, que el que aquí os escribe tiene 5´5 dioptrías de miopía en cada ojo) en el vaso del baño, y al acostarme, le dije a Sarah:

-"oye, ten cuidao con mis lentillas, que las he puesto en el vaso del baño"-

Una Sarah cercana ya a quedarse frita me dijo un lacónico -"sí, sí"-.

...

A la mañana siguiente, cuando fuí a ponerme mis lentillas (es decir, cuando fui a ponerme mis ojos, mi vista, a dejar de ser un invalido), compruebo entre la sorpresa y esa sensación de no estar seguro de lo que hiciste la noche anterior que el vaso estaba vacío.

Miré por el lavabo, incluso por el desagüe... y ya, siendo consciente de lo que había pasado, salgo del baño y le digo a Sarah:

-"oye, que has hecho con el vaso de las lentillas???"-

Al decir "noooooo" llevándose las manos a la cabeza, estaba claro lo que había pasado. Sí, se las había bebido!!

Ya me imagino la situación. Las 5 de la mañana, Sarah se levanta en plan zombie buscando qué beber después de la jartá de cubatas que nos habíamos pegado, ve un vaso en el lavabo, lo llena de agua y bye, bye lentillas de Dani.

Así que así os podeis explicar porqué en todas casi todas las fotos de la boda salgo con gafas: es porque Sarah llevaba mis ojos en su estómago.