22.3.05

las horas muertas.

escrito a las 19:15 del 21 de marzo, Lunes Santo del 2005.
Escribo este post aquí, en la heladería... aprovechando que he instalado el Microsoft Office en este ordenador-caja registradora que tenemos ahora aquí. Ya sabéis, esos que son con la pantalla táctil... (sólo nos falta tener Internet, pero eso sería un pasote ya). Después, me llevaré para casa el documento en cuestión en mi mp3, que a fin de cuentas, es una tarjeta de memoria.

Estoy de pié escribiendo. Si levanto la vista veré la cocina, con mi hermana deseando que le diga “vete ya que aquí no hay nada qué hacer” o simplemente, decirlo ella misma y correr hacia su nueva y recién estrenada relación. De la radio del obrador salen sones de marcha de palio y sonidos de bambalinas. Sigue el Lunes Santo su transcurso entre amenazas de lluvia. Santa Marta acaba de decir que no sale y la locutora desea a los oyentes que la predicción de 80% de lluvia a las 9 de la noche no se haga realidad.

Aquí, una señora cincuentona acaba de entrar para llamar por teléfono en la cabina pública que tenemos al lado de la fuente. Me mira un instante y descuelga el auricular. Mientras, dos amigas charlan en la mesa del medio, con una coca-cola light la morena y una tarrina mediana la rubia, que mira de reojo a su niño en el carrito de bebé.

Parece que ni por asomo llegaremos a los casi 800 euros que vendimos el Lunes Santo del 2004. Entonces era abril y aquel día fue soleado. Unos tristes 110 euros se juntan en la caja, mientras que en la calle, veo como el viento mueve papeles y hojas caducas que han caído de los árboles.

Espero al mismo tiempo que llegue el proveedor de los envases. Anoche se nos acabaron las tarrinas pequeñas y me da hasta vergüenza decir que no hay. Comprendo a su vez que no es la mejor época para moverse por Sevilla en coche, pero que no me coja el teléfono me pone nervioso.
...

Ha pasado un rato prudencial y mi hermana ya se ha ido. Era ridículo pasar aquí más tiempo los dos sin hacer nada. Los dos cafés que acabo de poner es algo que uno puede hacer sólo.

Este es el otro lado del trabajo: las horas muertas. Esas que se alargan como el chicle. Esas de las que me olvidé al escribir el post de “qué pasa cuándo...?” y que no sabe uno si son hasta peores que los momentos de bulla y de gente agolpada ante las vitrinas del local.

Las horas muertas te matan a su vez. Son momentos en los que a uno le da por pensar y darse cuanta de que pierde el tiempo, de que pasa la vida y pasa por ti. Que en este momento uno podría estar en el centro, viendo pasar alguna cofradía con el auricular de la radio en un oído contándole a los amigos qué dicen acerca de la lluvia.

Eso o cualquier otra cosa. Escribir esto pero desde mi casa, ver alguna película, leer alguno de los dos libros que tengo que terminar para mi examen de portugués IV... cualquier cosa antes que estar aquí, con el delantal verde puesto esperando que las horas muertas se conviertan en las horas pasadas y de nuevo llegue a casa.

Y mientras, en la radio una voz te recuerda que aunque pueda llover, la ciudad sigue su ritmo.

6 comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

que bueno el texto!!! te acabo de leer, me ha gustado, y mucho. creo que el hecho en sí de que puedas escribir sobre esas horas muertas hace que devengan en creativas, productivas, yo que se, cualquier cosa menos muertas ;)

yours.

f.

1:41 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Si eres consciente de ellas no son horas muertas, solo nubes pasajeras que traen el sol.

11:16 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Se muy bien de lo que hablas primo. Yo mientras estudiaba trabajaba en una cafetería por las tardes y los fines de semana y aquello se hacía insoportable!!! Sobretodo los domingos, que sin dormir ni siquiera después de una juerga de sábado noche, me duchaba, me colocaba mi uniforme y alaaaa a servir cafés!!! Mientras había movimiento mi cuerpo aguantaba, pero a la que la cosa se quedaba trankila..buufff!!! A veces no podía más y me echaba unas minisiestas en el almacén encima de alguna caja…

1 besete wapo

12:14 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Aquí servidora posteando también desde una tienda ¡de váteres! jajajaja. No veas el día que descubrí que tenía conexión en el ordeñador de la tienda ¡me cambio la vida! antes era un agobiazo estar 8 horas aquí metida.
Besitos mil

6:25 p. m.  
Blogger Unknown dijo...

este post tuvo algo especial, siento ke lo escribiste de una manera.... diferente no se, como ke me hizo pensar en muchas cosas, me encanto de vdd :)
te mando un gran abrazo y un saludo desde mexico lindo y kerido jeje

1:57 a. m.  
Blogger grelinno dijo...

Es curioso, este post lo leí en su día, al poco de conocernos, y ahora incluso dudo de si ese segundo "Anonymus", si ese segundo "usuario anónimo", el delas nubes pasajeras no sería yo... pero ecuerod haber leído este post y recuerdo la sensación que me produjo el leerlo, era como leer uan novel, como leer un capítulo deuan novlea de esas que te engancha y te hacen que te sientas un personaje más, casi el protagonista... y ya, ves, ironías d ela vida, hubiese dicho yo o no eso de la snubes apsajeras, ya ves, hoy son las horas muertas las que me pesan a mí. Sólo sé que espero que pasen las horas, los días, que pasen auqneu ampoc sé muy bien qué espero que pase realmente. Cada día me reafirmo más en que eres un gran desconocido de los blogs y que te mereces otra cosa.

1:08 a. m.  

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