19.9.05

El valor de una sonrisa.

Siempre que tenemos ganas de tomar una buena pizza regada con una botella de lambrusco tinto acostumbramos a ir a Orsini.
"Orsini pizzeros" tiene dos locales. Uno en pleno corazón de la Alfalfa, en Luchana, y el segundo en la esquina de la calle Reyes Católicos con el Paseo Colón. Nos gusta especialmente sentarnos fuera en este último. No dejas de ver pasar turistas, gente del ambiente, sevillanos de camisas del caballo y gente de todo tipo: vida, mucha vida.
No nos hace falta ni mirar la carta: una suprema sin roque para mí y una normal para ella mas una botella de lambrusco tinto en un cubilete con hielo. Todo junto es un disfrute. Comida, bebida, entorno... incluso si el tiempo no acompaña y hemos de sentarnos dentro, la música. "El secreto está en la música", dice su carta.
Todo sería ideal sino fuese por ella.
A veces tenemos suerte y ella no está. A veces incluso estando también nos libramos de que nos atienda y otra camarera sirve la mesa... pero otras veces, ahí está ella: encargándose de nosotros.
Llevo siendo un buen cliente de Orsini al menos 3 años y jamás la vi sonreir. Quizá no quiera enseñarnos tan singulares dientes, pero creo que es que no sabe que es eso: sonreir.
Esa apariencia masculina, esos medio michelines que sobresalen de sus vaqueros... eso siempre está ahí. Es perenne. También la ausencia de una sonrisa lo es.
Quién sabe, quizá esté amargada. Quizá es por eso que casi te tira los cubiertos a la mesa cuando debería simplemente colocarlos al sentarte. Quizá es por eso que incluso da miedo la manera en que te mira cuando preguntas si han cambiado la marca del vino (¿qué habría pasado si le hubiese dicho que el otro estaba mejor?). Quizá es por eso en que yo no soy el único que opina que es muy antipática. Me resulta imposible creer que con mis padres es, según ellos, encantadora... ¿será la misma?
Ayer, remató la faena que ha ido labrando durante estos años. Es cierto que habíamos acabado las pizzas, pero... ¿cómo supo que habíamos terminado el vino?. ¿Acaso no sabe que una botella de vino que está en un cubilete se puede retirar cuando está volcada?. ¿Olió que ya no había más desde la puerta?. LLegó, y sin preguntar, retiró el cubilete, la botella (que no estaba vacia, que conste) y con ese gesto, también retiró mis ganas de volver a este sitio.
Trajó la cuenta y la propina fue de, por supuesto, cero euros... me quedé con las ganas de decirle todo lo que aquí os cuento, pero.... ¿para qué?, de lo que tenía ganas era de irme.
...
Al rato, Sarah y yo nos sentábamos en la terraza Flamingo, a unos metros de la pizzería. Llegó la camarera. Apuntó las copas en su libretita, pidiendo perdón por no habernos visto antes.
Al minuto, venía con su bandeja y su sonrisa se veía desde la puerta del bar... la misma sonrisa que adornaba el momento de llenar la copa de balón con el refresco al mirarme.
-"Cuánto es?"-
-"son tres copas... mmm... 16!"-
Saqué un billete de veinte y mientras ella buscaba la vuelta en su bolsito para el cambio, le dije:
-"dame dos euros"-
-"muchas gracias!"- . Su sonrisa en ese momento era deliciosa, simplemente.
Jamás he dado una propina tan a gusto.

2 comentarios:

Blogger UnderPressure dijo...

Yo soy de los que casi siempre tiene muy mala suerte con el servicio: se les olvida traer cosas, la cuenta esta mal, tardan muchisimo. No vale la pena enfadarse, criticarles, llamarles la atencion. Lo mejor es no volver. Es mi norma. Ya se que a un restaurante le da igual que un cliente decida no volver mas, pero si eso le pasa cien o mil veces, entonces seguro que no les dara igual.
Si hay algo en esta vida que nunca podre ser es camarero. Les comprendo, se que debe ser duro estar todo el dia aguantando de todo. Por eso hasta cierto punto comprendo que esten, como el caso d esta chica de la pizzeria, amargada. Con no ir mas, todo resuelto.
Hoy hemos comido Mille y yo en un cafe en Valby, en Cafe Cire, unas hamburguesas con patatas y "frikadelle" para ella. El camarero se ha equivocado, me ha traido un sandwich en lugar de la hamburguesa, pero se han disculpado mucho, me han hecho descuento. En fin, muy bien. Y es verdad que se va uno como mas contento del sitio. Tambien le han caido sus 20 coronillas de propina. Asi, todos contentos.

10:01 p. m.  
Blogger danirmartin dijo...

Ya, Miguel... lo que pasa es que esta mujer no creo que sea la camarera. Estoy casi seguro de que es la encargada, y debería predicar con el ejemplo.

Yo entiendo que los que trabajamos cara al público nos equivoquemos... ese no es el tema. El tema es la actitud, esa antipatía natural que tiene esta mujer...

El tema es que aunque te equivoques, una sonrisa le quita importancia a lo que sea.

10:29 p. m.  

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