11.9.04

Silkeborg, aquel 3 de septiembre.

Los días en Silkeborg fueron días de contraste. Evidentemente, el tema de mi visita a Dinamarca era principalmente para ver a Lars, el padre de Sarah, en ya un estado muy avanzado de su cáncer.
Pero vayamos por orden y la primera sensación al pisar suelo danés fué cuanto menos curiosa: Creo que era el único que no era danés en el avión y a pesar de llevar una camiseta que pone "København" también fuí el único al que pararon a la salida del avión. Una breve conversación con un policia de la aduana medio en danés medio en inglés para aclararle que estaba allí una semana de vacaciones "and after that are you coming back to Spain?"... sí hijo, sí... no temas que no se va a quedar aquí ningún españolito moreno en tu tan nacionalista y racista país.
Pero bueno. Corramos un tupido velo sobre este tema (que bien merece un largo post, por otra parte) y salgamos de aquel pasillo para encontrarnos con lo mejor del país: mi novia.
Sarah esperaba en la puerta, y siempre me sorprendo a mí mismo que cada vez que la veo en esas circunstancias de aeropuertos, me parece que está aun más guapa... y esta vez no sólo eso, también más delgada... mmm, y yo desde final de julio sin... bueno, tampoco hagamos tan público mi diario.
Una mezcla de alegría y alivio al ver que mi novia estaba ahí, esperando, que todo sigue igual. Un día perfecto. Tuve suerte durante toda la semana con el tiempo, además... sol, sin nubes, buena temperatura... perfecto.
Después de un excesivo viaje del aeropuerto de Billund a casa, a Silkeborg (Sarah se confundió en el camino, que esta vez conducía ella), la vuelta a Daltoften 14.
Era obvio que no todo estaba igual. Ingrid y el hermano de Sarah (Thomas) nos esperaban, pero no estaba Lars... y en su lugar, nuevos accesos a la casa para sillas de ruedas, sillas de ruedas en el cuarto de baño y en la sala... la cama en el salón, porque en el cuarto de Ingrid y Lars lo que ahora hay es una cama de hospital... Habían cosas en aquella casa que te recordaban las 24 horas que algo no iba bien.
Y a pesar de que Sarah me ha explicado por activa y por pasiva lo mal que está su padre, qué es lo me iba a encontrar, que sería duro... no fué hasta que en un rato después fuímos al hospital cuando uno se dá cuenta de la realidad de las cosas.
Duro no, fué durísimo, inolvidable, trágico, marcante. Postrado en la cama, alimentado por medio de una sonda, con media parte del cuerpo paralizada (ya ni siquiera podía abrir el ojo izquierdo), ya sin poder hablar, con pañales... y encima, con una infección en los pulmones que le hacía respirar con un ruido parecido a un ronquido... una pesadilla.
Jamás olvidaré la expresión de su cara cuando me miró directamente. Ahora podría decir que esa expresión es la que tiene El Cachorro, aunque en aquel momento lo único que se te pasa por el cuerpo es "no puede ser verdad".
Y se suponía que allí estaba yo aquellos días para apoyar a Sarah en estos momentos, pero fueron ella y ellos los que me tuvieron que consolar a mí... no aguanté ni diez minutos en aquella habitación cuando salí llorando. Demasiado shock.
Realmente admiro a esta familia. Y así se lo dije a Sarah y a Thomas cuando salieron tras de mí para consolarme. Les dije que tienen dos cojones para aguantar lo que están aguantando y resistir sin venirse abajo, es admirable... Ahí están todos los días, yendo a hablarle a Lars, que él escuche lo que han hecho durante el día, a cogerle de la mano, a vigilar si las enfermeras lo cuidan como merecen (que no siempre lo hacían...) y ahí están, enteros, de una pieza. Admirable.
Fué una larga hora en aquel hospital. La cena en aquel restaurante nuevo y el postre en aquella heladería me hizo evadirme un poco de todo lo vivido, pero ya aquella imagen se había grabado en mi retina.
Y es que parece tan irreal... parece tan imposible que algo así pueda pasar... es tan injusto, tan cruel... pero así es.
No obstante, la vida sigue y debe seguir, y todo aquello, ya sin solución posible más la que todos pensais, lo que te hace pensar es que hay que vivir la vida cada segundo, cada minuto. Y eso intentamos hacer aquellos días en Jutlandia y más tarde en Dinamarca.
Y eso es lo que hoy y ahora más que nunca os invito a hacer... no dejeis nada en el tintero y vivid la vida. Que el presente es lo único seguro que tenemos.
En fin... he de irme a currar. Seguiré escribiendo... la semana no ha hacho más que empezar.