9.8.05

la vuelta a casa.

Escribiendo aquí, en la mesa del obrador de la heladería, al fondo del todo, y aprovechándome de la multitud de redes inalámbricas no protegidas que hoy en día hay en cada gran ciudad, mi semana de vacaciones parece muy lejana.

Hace sólo 48 horas que nos bajaábamos de un avión que salío desde Amsterdam y pareciera que hace semanas de aquello.
Y es que todo lo vivido en estos siete días se dieron de bruces con la primera visión real de esta otra parte de Europa, allá en la calle de enfrente de la estación de autobuses de Málaga.
Salíamos Sarah y yo, después de retirar los billetes que previamente había reservado por teléfono sentado en la cafetería Majestic de la plaza Dam de Amsterdam, donde está la catedral... (eso fue el día antes?, ufff!) a la calle. Había que esperar más de una hora antes de las 9 de la noche cuando salía nuestro autobus y buscábamos algún sitio para tomar una cerveza.
Cruzando la calle había una cafetería. Parecía preparada pues tenía las puertas cerradas: habría aire acondicionado, y aquel domingo malagueño nos volvía a recordar que efectivamente, es verano, aunque en el norte de Europa parezca que no lo sea.
Entonces, pasó: la culpa la tuvo aquella familia sentada en la puerta, en la única mesa fuera de aquella cafetería. Esas camisetas sin mangas de deporte compradas en algún mercadillo, esos pantalones cortos, chanclas o zapatillas de deporte blancas, gastadas y antiguas. Barba de dos o tres días, voz en grito. Ellos.
Ellas con ese pelo teñido, esos adornos horteras del pelo, la ropa suelta... unas 6 personas de 40ytantos en aquella mesa, entre sobras, vasos de tubo medio vacíos y tazas de café. De repente vi en aquella familía, a más de 200 kilómetros de mi trabajo, a tantos y tantos clientes. Parecía estar oyendo ya "dámelo de escarchatela".
Comprendí que se habían acabado las vacaciones y aun no había entrado a tomarme aquella cerveza en aquel local.
A las 11 y media de la noche, el autobús llegó a la estación del Prado de San Sebastián, y por primera vez en muchas vueltas a casa, esta vez no sentí ganas de llegar.

2 comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Pufff! Que duro es volver a la cruda realidad. Pero chico, tómatelo con ánimo y piensa que hay gente que estará peor. Ya lo sé "mal de muchos, ocnsulo de tontos" pero bueno...algo es algo.

Besotesss

4:31 p. m.  
Blogger UnderPressure dijo...

Venga, Dani, que yo ya casi me estoy mentalizando otra vez. Quiza es porque ya estoy preparando las vacaciones de Navidad, quiza sera porque uno ve que hay otras vacaciones en algunos meses. Pero por fin me estoy mentalizando de que estoy aqui otra vez.
Ademas la rutina va tomando posesion de la vida de uno: que si un cumpleños, que si una boda, que si una salida, y poco a poco, cuando uno se quiera dar cuenta ya esta en Malaga otra vez.

9:16 p. m.  

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